jueves, 20 de marzo de 2014

Reseña: OJOS DE CIRCO, de Javier Martos y Jesús Gordillo

La Liga de los Friquis Extraordinarios.
 
En mayo de 2013 fue dada a luz esta novela, con la Editorial Tyrannosaurus Books como asistenta en el parto. Personalmente conocí a los autores Javier Martos y Jesús Gordillo en una breve (por mi parte, cosas de vivir en el Quinto Culo del Mundo) presentación, y por cierto que ya iba siendo hora, puesto que ya los tenía leídos, y bien leídos, en el foro Ka-Tet-Corp, donde escriben a menudo y con quienes comparto gusto desaforado por nuestro buen viejo Stephen King, el Rey de los Más Fe…, del Terror.
Allí fue donde me enteré de que iban a publicar una novela escrita a cuatro manos y, aparte de gozar de una buena dosis de envidia sana, me hice la firme propuesta de conseguir mi ejemplar aprovechando su visita a esta nuestra Capital Color Gris- Caca. Y así fue.
Por diversos motivos, formato no electrónico el que más pesó, al fin me hice también con la edición Kindle, y ya por fin lo leí del tirón.
Fue una lectura bastante rápida para lo que suelo últimamente, lo que ya me indica, al menos a mí mismo, que el resultado ha sido cuando menos bastante, bastante grato.
 
¿Qué es esto de Ojos de Circo? Puedo hacer un brevísimo compendio de las cosas que me he encontrado allí, por supuesto desvelando lo mínimo posible de la trama, ya que lo fundamental es ir viendo cómo se van desarrollando los acontecimientos y eso ha de hacerlo cada uno.
 
Nicholas Campbell es un niño con un problema muy gordo: su familia. Él, como el nombre de la novela indica, tiene los Ojos empapados de Circo, pero su padre, y por extensión generacional su abuelo, sólo quieren que siga una vida castrense, como ellos, y que haga el favor de olvidarse de una maldita vez del mundo del espectáculo, a pesar de su corta edad. Ahí entra, ya muy al principio, ese muchacho sujeto al conflicto debido a sentirse diferente a los demás.
Pero es que su diferencia con el resto del mundo es mucho más notable que una mera diversidad de vocaciones.
Se nos va mostrando muy poquito a poco el don con el que Nicholas cuenta, algo que no explotará hasta más adelante.
Y cuando explota, explota.
Hace primero sus pinitos en un pequeño espectáculo del que sale escaldado. Aún rumia su frustración cuando se produce el ataque a Pearl Harbor y su país entra en la II Guerra Mundial.
A pesar de intentar satisfacer en cierto modo las demandas de sus padres y su militarísimo abuelo, su ansia por entretener le vence, y tras ganarse un curioso enemigo durante la guerra, episodio en el que descubriremos que no es muy conveniente tocarle los cojones, ingresa en un espectáculo donde conoce al que será su primer socio, un pistolero español de letal puntería. Pero a Nicholas le falta algo: no son los más grandes. Finalmente decide organizar él su propio circo. Y no un circo cualquiera: reunirá los talentos más formidables a lo largo y ancho del mundo y le dará por fin a la humanidad el espectáculo definitivo.
 
No se puede hablar más de este libro sin arruinar su esencia, porque sencillamente hay que leerlo y tratar de ponerse tras los Ojos de Circo de Nicholas; y he de reconocer que a mí me ha resultado sencillísimo hacerlo. ¿Quién no ha tenido conflicto con su padre por no querer seguir sus pasos? ¿Por ser diferente? ¿Por no ser lo que se esperaba de él? Es en este campo donde más se explota la mentalidad de Nicholas, a lo que por supuesto cabe añadir un par de cosejas más, de esas que la vida no nos enseña, sino que nos frota en la jodida cara mientras se ríe de nosotros, circunstancias que definirán nuestra actitud para con el resto del mundo.
 

Los personajes secundarios, por su parte, son sencillamente de traca. Cada uno de ellos merecería una larga historia, pero bastará saber, porque lo vamos intuyendo, que un tipo como Nicholas no se va a limitar a juntarse con gente corriente. En absoluto. Y también seremos testigos de cómo el don de Nicholas, acicateado por el odio y la frustración, va apoderándose de él, de la lucha eterna entre un hombre y la manera en que puede dominar su poder… o dejarse seducir por él.
 
En cuanto al lenguaje, no peca en absoluto de soberbia, retorcimientos o retruécanos indescifrables; es bastante lineal excepto en el prólogo y algún salto necesario, y prácticamente se podría leer de un tirón, a pesar de su extensión. Porque, repito, está muy conseguida la habilidad de introducirnos en el personaje, y la necesidad de saber cómo va a utilizar sus poderes; si hará una merecida escabechina, si se orientará hacia el mal vencido por las circunstancias, si superará la prueba y ayudará al prójimo como buen cristiano...
 
Algo negativo no podría sonsacarle a mi lectura por más que lo intente; como mucho podría decir, como opinión muy personal, que hay algunos momentos que siento que deberían haber dado mucho más de sí. Que es muy fácil imaginar una situación y que el escritor (escritores) lo resuelva a nuestro gusto, y quizá he echado de menos un poco más de bestialidad, de sangre salpicando el techo y vísceras vertiéndose al suelo en un viscoso chapoteo ‑aunque de unos seguidores de King no se esperará que todo sea florido y hermoso, ¿no?- Pero claro, esto responde únicamente a recónditas reminiscencias de aquella vida pasada en que encarné a Jack el Destripador; leyendo terror no suele asomar el recuerdo de cuando fui Santa Teresa de Jesús, que moría porque no moría y al final morí porque me moría. Sí, en efecto: la única reencarnación en que he sido un Don Nadie ha sido precisamente esta, como le sucede a todo el mundo.
 
En resumen, y por no poder entrar en más detalles sin desvelar partes más decisivas de la trama, que estamos ante una novela más que leíble, y la recomiendo encarecidamente. Estos chicos no me han decepcionado nunca en los concursos del Ka Tet, y tampoco lo han hecho ahora.
Os apuesto unas cañas a que la empezáis, os metéis bien adentro y la disfrutáis.

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